Waiting

Su nombre es Amanda, está a punto de cumplir sus 80 años y vive acompañada de muchos abuelitos enGeorgia, Estados Unidos. A pesar de su edad, recuerda aún con claridad el día de su matrimonio, lleno de pequeñas luces, como de Navidad, junto a la playa, un banquete gigantesco y la luz de la luna iluminando todo el lugar. Recuerda como su velo se extendía por la arena y como en su primer baile con George, como marido y mujer, sonaba Linger de The Cranberries y The Way You Look Tonight de Miles Davis . De hecho aunque en su familia existiera gran variedad de mal entendidos ese día todos estaban felices, todos compartían su felicidad y eso le hizo sentir aun más dicha.

Con George todo fue un amor a primera vista. Él fue muy detallista desde el comienzo de su relación e incluso todos los 20 de cada mes le regalaba una flor distinta, sabía que eran su debilidad. Tuvieron dos hijos los cuales a muy temprana edad se fueron del país y aunque por supuesto, sus hijos no los descuidaban, Amanda y George sabían que no era lo mismo. 

Con el paso del tiempo, se dieron cuenta de que sin planearlo y después de 40 años de casados ya solo les quedaba envejecer juntos, pero esta última tarea aunque no lo supiesen sería la más difícil de todas. George fue diagnosticado de cáncer de pulmón en noviembre del 2013 en una fase aún tratable, pero algo complicada. Amanda no sabía como enfrentar la situación, George siempre había sido un hombre muy sano de todas maneras, Amanda estuvo a su lado en todo momento y a raíz de la enfermedad se prometieron viajar y disfrutar aun más lo que les quedaba de vida cuando George se curara por completo. No fue sino hasta junio del 2014 que George pudo volver a tener su vida en orden y sin enfermedad y como lo prometido es deuda partieron ese mismo mes con Amanda a las Islas Margaritas para conocer y a descansar.

El viaje comenzó de manera espectacular, hasta que un episodio en el hotel desconcertó a George por completo. Amanda, su viejita (como le decía él de cariño) llevaba una hora en la recepción del hotel con algunos paramédicos, ya que alegaba no conocer su nombre ni el porqué de su estadía en ese país. Afortunadamente a la llegada de su marido Amanda se tranquilizó y pudo recordar en parte todo con normalidad. Aún así, existía la pregunta: ¿qué podría haber desencadenado tal episodio? Duraron varios meses de viaje sin preocuparse por tales síntomas. Durante sus viajes por Europa, Asia y Sur América los episodios de Amanda eran cada vez más recurrentes hasta el punto en que podía quedarse horas parada enfrente del espejo sin saber su propio nombre. Fue ahí donde George tomó cartas en el asunto y la llevo a su médico de confianza, de nuevo la vida les traía una amarga sorpresa, Amanda sufría de Alzheimer.

Juntos volvieron a casa en el mes de octubre del 2014, regresaron a su hogar el cual Amanda ya ni reconocía, George colgó más fotos quizás para ayudar con la memoria de Amanda, pero ella ya no reconocía ni a sus propios hijos; al único que podía recordar era a George. Sonreíanaún juntos y paseaban por el parque como un par de enamorados todas las tardes para no perder la costumbre, a pesar de la enfermedad de Amanda, George sentía que Amanda era aún más feliz. Quizás la misma enfermedad borró de Amanda malos recuerdos y culpas de su pasado, quizás también borró todos aquellos malos momentos que vivió y aquellos sentimientos de rencor y odio que guardaba en su ser. Quizás es lo que todos necesitamos en algún momento de nuestras vidas.

En noviembre del 2014 George padece de cáncer de nuevo, esta vez la enfermedad gana la partida y George muere sin que Amanda lo note, ya que su Alzheimer es tan avanzado que para ella George solo podrá morir cuando ella deje este mundo. Fue internada en una fundación para abuelitos con su misma enfermedad. La única diferencia de Amanda al resto es que pudo olvidar todo aspecto de su vida menos el amor de la misma, ella jamás olvidó a George ni sus flores el 20 de cada mes, no olvidó su aroma ni su voz y mucho menos su mirada de felicidad al verla a ella sonreír. Amanda es feliz con el único recuerdo que le queda e incluso siempre espera a George en el pasillo para sus paseos por el parque en la tarde. Amanda no se pregunta por qué él nunca llega, ya que luego de un rato de espera lo olvida todo, al igual no se entristece al no verlo, ya que en su mente no ha pasado mucho desde la última vez que lo vio, en la mente de Amanda aún persiste el calor de sus manos, el amor en sus besos y el brillo en sus ojos, aquellos con una mirada de amor infinito que solo George le dio.
















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