Z

Todos los días en Barcelona se sentaba en la playa, sentía la brisa en su piel, leía parte de su libro favorito y se sentaba a pensar. Para algunos él era un retraído. ¿Qué tanto tenía que pensar una persona joven como él? Según la gente normal no hay mucho que pensar, pero para él el mundo era un sitio pequeño lleno de muchos misterios sin resolver, sobre todo en cuanto a relaciones humanas, las cuales definitivamente no eran su fuerte, pero que al fin y al cabo se esforzaba por entender.

Las últimas veces que se había acercado a la playa para pensar un poco y escuchar algo de música vio a una chica que realmente captó su atención. No entendía cómo, pero le parecía perfecta, algo así como la protagonista del libro que tenía en sus manos quien según el autor no podía tener un buen final. Esta atracción que sentía Daniel no necesariamente tenía que ser algo físico era como si en esencia, por si misma, esta chica fuera excepcional y distinta, alguien por quien valía la pena romper la regla de la timidez y acercarse a hablar.

Después de pensarlo demasiado Daniel se atrevió a hablarle a la chica Z, a pesar de que se imaginó ese momento mil y unas veces en su cabeza no imaginó que sería tan del otro mundo. Se acercó para hablar con ella y con el paso de las horas era una clase de droga, generaba adicción, sentía que los minutos pasaban de la manera más lenta posible. No podía creer que sus ideas se asemejaban de tal forma que podían terminar sus frases con una sonrisa cada uno.

Daniel estaba tan sorprendido que al otro día al ir a la playa pensó que toda su conversación con la chica Z había sido un sueño, pero no la chica Z seguía ahí, para hablar de sus libros favoritos, de cómo hacer del mundo algo mejor, de las películas que alguna impresión causaron, de lo difícil que es en ocasiones lograr tus sueños, del álbum musical que quizás nunca se cansarían de escuchar en fin, de todo y algo más. Hablaban sin parar y Daniel no se dio cuenta de que no había vuelto a la playa con su libro de siempre, pensó que sería bueno retomar su habito, al fin y al cabo era algo que le apasionaba.

Sin embargo, el día que decidió retomar su antiguo habito notó a la chica Z algo distinta, no se veía igual y divagaba bastante. Daniel tan sólo pensó en que Z tenía problemas, nada del otro mundo. Pasaron los días y conforme Daniel avanzaba su libro la chica Z pasaba a ser un ser menos palpable, cada vez parecía más una imagen de su mente y no una persona real, lo cual asustó a Daniel de sobre manera. Intento mantener la compostura, pero sufrió un shock bastante fuerte al preguntarle a la chica Z qué era lo que le pasaba y ver que su respuesta fuera tan simple como un: "-tranquilo, termina el libro así verás cómo yo nunca iba a tener un final feliz-".


Comentarios

  1. Una historia para antes de dormir, para después y para siempre, como todas las que has compartido aquí, gracias

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  2. Qué bonito relato, me gustó bastante. Fue cautivador. Te felicito.

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    1. Gracias a ti por leerlo :) me alegra que te haya gustado.

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