Antonio

Él se llama Antonio y no ha tenido una vida muy fácil por culpa de ... bueno en esta vida al final, no sé sabe a quién culpar ¿al destino? ¿a las decisiones hechas? ¿a un ser superior? No, definitivamente no hay a quién culpar. Lo que sí es claro es que Antonio viene de un pueblo muy lejano de San Buenaventura y desde que salió de su pueblo quería algo mejor para su vida. No obstante, se rodeo de la peor gente, de los peores consejos y así terminó siendo uno más del Bronx. Su primera noche en este lugar no la recuerda, lo que sí recuerda era la noche llena de estrellas en la cual pensó en su madre y la bendición que está le dio la última vez que salió de casa, ella sabía que nunca más lo iba a volver a ver.

Las noches eran las más largas y él cada día se preguntaba qué había hecho para llegar allá, quizás ¿qué había hecho mal? Una tarde Irene, una de las trabajadoras sociales, llegó con comida a una de las casas comunitarias. Antonio la vio atónito, era tan bella que olvidó el hambre y la sed. Antonio se sentó a comer mientras Irene le servía a todos por igual. Al final de la jornada, Irene le preguntó si había quedado lleno, él como adolescente enamorado se le olvidó hablar y respondió con un gesto que sí. Segundos después al reaccionar gritó a pulmón herido, mientras Irene se alejaba, un: muchas gracias. Después de conocer a Irene Antoniono faltó un sólo día al comedor comunitario y con el tiempo se hicieron amigos. Irene comenzó a enseñarle a leer y a escribir, ella veía en Antonio un joven prometedor, mas él no veía lo que ella veía en él, nunca lo pudo ver. A pesar de todos sus problemas y evidentes defectos, ella siempre intentó sacar lo mejor de él, así supiera que al día siguiente la lección podría ser la misma o que Antonio podría llegar algo drogado o como a ella le gustaba llamarle: englobado.

Luego de unos meses, Irene le planteó a Antonio la posibilidad de entrar a trabajar con un amigo de ella como ayudante en una panadería. Antonio sentía mucha pena porque no era Irene la que tenía que arreglarle la vida, él se la había destruido, se suponía que él era el responsable de reconstruirla, pero Irene insistió así que Antonio no pudo negarse. El amigo de Irene lo recibió con algo de desdén al final, para él Antonio nunca iba a dejar de ser un indigente más. De hecho, cada vez que faltará algo por más pequeño que fuera Antonio tendría que sufrir los regaños de su jefe por "ladrón". Irene no lo visitaba con mucha frecuencia, pero cada vez que podía pasaba a charlar un rato, ella no sabía el mal trato que Antonio tenía que aguantar. Poco a poco Antonio se fue cansando de los abusos de su jefe y al ver que Irene no volvió se sintió más desanimado que nunca, así que decidió irse por su cuenta y empezar en algún semáforo de Bogotá a vender algunos postres. Lastimosamente, cuando su jefe vio lo que él había hecho mandó a uno de sus amigos a darle una gran golpiza por desagradecido y de paso a robarle todos los ingredientes que tenía en su pequeño cuarto para poder preparar los postres.

Al final de esa tarde, Antonio sólo tenía 6 postres restantes y un dolor en el alma inmenso. ¿Cómo era posible que sin haberle hecho daño a nadie él recibiera esto a cambio? Decidió seguir adelante y vender estos últimos seis postres para poder comprar más ingredientes y seguir. Eran las siete de la noche y Antonio no había vendido ninguno de sus postres. Entretanto en esa misma vía estaba Marco, quien iba conduciendo su carro lamentándose de su vida tan complicada, sin saber que lo tenía todo. Marco se quejaba y se quejaba de no tener el carro último modelo, de no tener el último "smartphone" en sus manos, se quejaba de que su esposa se preocupara tanto por él y mientras él lo tenía todo Antonio rogaba por vender al menos uno de esos seis postres esa noche. Era tanto el disgusto de Marco con su vida tan "miserable" que iba peleando con su esposa por algo tan banal como qué iban a cenar esa noche. Del disgusto Marco no se fijó en la vía y casi atropella a Antonio, el cual por esquivar el carro vio como todos sus postres se iban al piso. Marco frenó y de nuevo maldijo su vida en la cual lo tenía todo sin saber. Antonio con lágrimas en los ojos golpeaba el piso de nuevo empezaba de ceros, de nuevo sentía como no tenía nada, ni siquiera sentía tenerse a sí mismo.


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