Retratos

Él está en la esquina de un gran edificio, bastante iluminado, ya son casi las once de la noche, pero es que su cabeza no lo dejaba dormir. Una chica a su lado fuma mientras mira silenciosamente los carros pasar, el humo que sale de su boca sale en forma delicada y lenta. Hace frío y él tan sólo quiere despejar su mente; su gato nunca deja de acompañarlo, así que, mientras está sentado en el andén, el gato rodea sus piernas. Este chico es muy tímido así que aunque la chica a su lado le parece interesante le da un pánico enorme hablarle, ella se hace la que no nota su presencia y él se esfuerza por no mirarla mucho. De fondo en su cabeza suena Someday de Strokes, lo que no sabe es que en la cabeza de la chica suena la misma canción.

Todo fue muy rápido, piensa él. Su última pintura tiene el retrato de ella y su sonrisa. Así es como la recuerda, ella y sus ojos azules, su cabello rubio casi dorado, sus manos pequeñas, su piel blanca, su presencia, en sí su vida. Ese cuadro le costó mucho hacerlo y eso que ya llevaba años como artista, pero es que este retrato era distinto, tenía que ser perfecto, tenía que ser un vivo retrato de ella. Esta persona que se le escapó de las manos, pero que le dio las alegrías más grandes de su vida; esta persona a la cual necesitaba y no porque no supiera estar solo; esta persona a la cual necesitaba abrazar esa noche y con la cual podía pasar días que después se convertirían en años, eso hubiese sido perfecto. Él detalla una vez más a la chica a su lado y se da cuenta de que es la misma chica de su pintura, sólo que un poco más adulta, se asusta un poco y es así como por fin decide hablarle, pero como era de esperarse la chica no responde, al igual que la chica del cuadro ella ya no hace parte de este mundo.

Sube muy aturdido de nuevo a su apartamento y se pregunta el porqué no la distinguió antes, quizás fueron sus ganas de ser prudente y no mirarla fijamente. Decide hacer algo que le quite el estrés así que entra a su estudio, pero al entrar una pintura lo sorprende, es un retrato de él. Su cuerpo yace tendido en el suelo y algunas pastillas regadas indican que no es tan sólo una siesta lo que muestra esta pintura; está hecha en carboncillo por lo que tiende a ser muy oscura. Finalmente, su cara es lo más extraño del retrato, en este se le ve muy feliz. Así es como comprende lo que es inevitable de aceptar, esa parte de él en la pintura verdaderamente ha muerto y desapareció desde el día en que la perdió. Él ser de la pintura al igual que ella ya solo quedará en el recuerdo y de la persona que es hoy solo queda la sonrisa del retrato. Decide entonces cerrar la puerta de su estudio y mientras desvanece su sombra, él es feliz y espera que ella donde quiera que esté también lo esté.


Comentarios