Voces

Todos quisiéramos decir que en algún momento de nuestras vidas siempre lo dimos todo, sí todo. Que cada beso y cada caricia la sentimos hasta el final sin arrepentimiento. Sin embargo, con el pasar de los años nos convertimos en esos seres que ni nosotros mismos somos capaces de reconocer.

Entre miles de voces a veces decidimos escuchar unas más que otras y así fue cuando me enrede en varias voces sin saber lo que me esperaba de cada una de ellas. No era ni muy joven ni tan mayor como para decir que ya lo había vivido todo. La verdad la edad no importaba, lo escencial era lo que esas voces y esa imágenes me iban a decir. Algunas me lo advirtieron, otras me sedujeron y otras me mintieron. Así comenzó mi miedo más grande, todas estas voces sonaban y sonaban con un solo propósito llamar tan sólo al que tuviese dispuesto a escuchar. Entre tantas voces me sentí abrumada, tenía miedo de convertirme en una voz más; porque es en el momento en el que decides dejar tu esencia cuando no te reconoces y eres una mas de ellas.

"-¿Angelica?-" Por primera vez en mucho tiempo no quise responder a mi nombre, pero al parecer ya era muy tarde. "-¿Qué haces acá?-" Lo mismo que haces tú, espero a alguien. "-¿Cómo sabes que espero a alguien?-" La verdad no tenía ni idea sólo adivinaba (y sí sólo adivinaba, él era de esas primeras voces que quiere atraparte su propósito es atrapar y no ser atrapado). "-Que buena eres adivinando, no te imaginas cómo me ha ido en todos mis viajes y ascensos... (querido lector aquí se puede imaginar toda la cantidad de palabras que alguien con el ego hasta la estratosfera podría pronunciar y que nadie le preguntó). Que bueno Alejo, me alegra mucho por ti (lo que todos decimos alguna vez por educación). Tengo que tomar una llamada afuera, nos estamos hablando ¿vale? "- Sí claro Angueliquita, claro que sí-" (esas benditas mañas de ponerle diminutivos a los nombres).

Me aleje un poco del sitio donde me encontraba y empecé a escuchar más voces, allí estaba yo sentada en la mitad de una banca a mitad de la noche, entre muchos edificios, todos muy altos, pequeños lagos alrededor y una voz muy grave se me acercó. "-¿A quién esperas?-" De todas las voces de las que quería huir esta por fin decía algo razonable. Me quedé fría por unos instantes y decidí que lo más inteligente que podría hacer era responder, el problema era que no tenía la respuesta, al parecer no esperaba nadie. Entonces ¿qué hacía ahí yo entre tantas voces? Empecé a correr, esperando que las voces me dejaran de lado, pero cada paso que daba las hacía más fuertes. ¡Vamos Angelica, que tú puedes! Me decía a mi misma mientras intentaba seguir corriendo.

Me tiré al suelo como acto desesperado para callar las voces, caída que fue en vano porque aún las escuchaba llenas de falacias y algunas hasta carentes de sentido; sostuve la botella con fuerza mientras sentía que alguien me levantaba con fuerza. "- ¡Angelica otra vez en este estado! Esto ya se le está saliendo de control-" Era mi mejor amigo Ángel, lo sé la ironía del nombre lo dice todo, pero no era mi angel o buen tan solo lo era en mis momentos de menor sobriedad, ahí sí que era mi salvación fija. De repente, todas las voces se callaron y sólo quedó la mía, al hablar no era mi misma voz al parecer mis palabras carecían de sentido. Entre en pánico y Ángel me agarró de inmediato antes de caer, ya era muy tarde llevaba meses negando hacerme la quimioterapia que según otras voces era la que me iba a salvar, al final nunca me imaginé que para callar el resto de voces tendría que callar la mía primero.


Comentarios

  1. Qué decir,un final bastante fuerte para una historia que no parecía tener tal desenlace. Me sorprenden cada vez tus nuevas historias, me fascina leerlas. Hasta una próxima historia mi querida Sandra, fuerte abrazo!

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  2. Gracias Gio, muchas gracias por leerme un fuerte abrazo y me alegra mucho que te haya gustado.

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