Un tronco de madera.

Me quedé más o menos una hora en el parque tiempo que parecía eterno ahí sentada, hacia sol, pero demasiado viento y para ser sincera no había mucha gente y la única reflexionando sobre algo era yo y sí eran puras huevonadas, en lo que más pensaba era en mi pasado cosa que me atormenta bastante y por lo cual decidí escuchar música para callar mis pensamientos.

Al frente mío varios troncos bastante altos como de 1.63 cm y dos niños intentan subir en ellos. La niña lo intenta en el más alto y el niño en el más bajo, mientras yo pienso: "-¿En serio esos niños si se van a lanzar de allá?-" La niña tomó todas las precauciones, se quitó las gafas y demás mientras que el niño se lanzó sin remedio ni cuidado alguno, pero por supuesto le importó un carajo. Después de un rato, cuando literal me estaba congelando del frío, un niño algo mayor que el anterior trato de subir al tronco y para ser sincera el anterior era como un miquito mientras que este, no sé porqué, pero le costaba bastante subir al tronco. Cuando lo logró me di cuenta que todo niño que se subía tenía una forma de pararse en particular, como si hubiera logrado escalar el Everest y pues así deberíamos sentir de vez en cuando. Deberíamos ser como niños y aprender que de las cosas más pequeñas también se puede sentir orgullo y aventura como de un simple tronco que alguna vez fue un árbol frondoso, pero ya que más da.

Comentarios