Cold Sur

Eran las 7:00 p.m. del 6 de junio del año que usted desee, se lo aseguro el año no hace la diferencia, el día y la hora sí. ¿Y por qué no hacen la diferencia? Porque simplemente si no fuera a esa hora y ese día ya nada sería igual en esta historia. Los dos en una librería, jóvenes y extrañados de su alrededor, el cual estaba lleno de hombres y mujeres ya mayores quejándose de lo que se ha convertido el país.

Eran tres hileras llenas de conocimiento con páginas ansiosas por ser abiertas, leídas y descubiertas palabra por palabra. Había desde conocimiento universal, poesía, novelas, fantasía, hasta libros en inglés, japonés y francés. Aquellas hileras eran muy angostas lo que hacía que la proximidad de cada persona con el resto fuera casi obligatoria. En la hilera número uno está ella por su parte interesada en leer algo de Isabel Allende y él a unos metros curioseando uno que otro libro de Filosofía. Eran hileras que se encontraban en un punto medio donde sus miradas también se encontraron y una sonrisa efímera lleno ese pequeño espacio en la hilera 5B de la librería. Maya ya lo había visto hace un rato, era la primera vez que veía a alguien con gustos parecidos y con aire interesante en su lugar favorito. Miguel Ángel por su parte no podía creer que alguien tan joven tuviese gustos reales, gustos que iban más allá de lo banal como una revista de chismes.

Al parecer iban con el mismo propósito, descubrir títulos nuevos, de hecho había uno que les llamaba en especial la atención, Miguel Ángel le permitió a Maya observarlo primero. Era Hot Sur de Laura Restrepo un libro con una portada en particular, pero Maya no se detuvo mucho en el al ver que Miguel Ángel estaba al igual esperando por verlo "-Mira aquí tienes-" dijo Maya con una leve sonrisa. "-No te preocupes toma tu tiempo si quieres, yo no tengo afán-" dijo Miguel Ángel mientras en su cabeza imaginaba cómo sería una historia con la bella dama al frente suyo, sus ojos eran la puerta de un alma misteriosa, labios finos, pero sobre todo un aire de paz. Miguel Ángel cogió el libro con agrado y en una pequeña hoja de papel escribió: "Hola, mucho gusto mi nombre es Miguel Ángel ¿podría saber cuál es el tuyo?" Cerró el libro e intento dárselo a Maya, quien sorprendida le dijo que ya lo había hojeado un rato. Miguel Ángel tan solo le respondió que le faltaba hojear un poco más.

Maya no sabía qué hacer, le parecía algo cursi y a la vez interesante, al fin y al cabo era una manera distinta de empezar una conversación, así que ¿por qué no? "Hola, mi nombre es Maya". Miguel Ángel se alegró al ver que le devolvía el libro y lo abrió con ansias. "Que hermoso nombre, nada común hoy en día. Dime una cosa, de todos estos libros ¿cuál considerarías tu favorito?" Maya suspiró profundo ya que la situación se asemejaba a como cuando te preguntan cuál es tu canción favorita, todo un repertorio se viene a tu mente. "Todos están llenos de conocimientos, aventuras y experiencias nuevas por sentir y descubrir. ¿Por qué elegir uno solo? ¿Acaso tú lo harías?". Miguel Ángel vio que Maya tenía toda la razón, -"que pregunta tan estúpida, soy un idiota-" pensó. "No obvio no, es muy difícil elegir, solo me preguntaba cuáles te llamaban más la atención, disculpa lo absurdo".A mí me encantan los libros sobre filosofía y uno que otro de literatura colombiana. Posdata: no quiero ser lanzado, pero ahora que te veo me dan ganas de escribir una historia solo sobre ti, las mujeres tienen algo especial, algo muy complejo". Maya sonrió, pensaba que este juego de papeles no iba a terminar pronto. "Buena elección, tienes buen gusto. No sé si somos complejas o no, pero sí tengo algo claro esta conversación sería más fácil si dejáramos los papeles y habláramos como el resto del mundo lo hace ¿No te parece?"

Miguel Ángel la miró por última vez para no olvidar su esencia, no su figura, no su cara, no su forma de vestir, no nada de eso, solo su esencia, tan solo eso necesitaba no olvidar. "No, querida Maya al parecer no has entendido la dinámica de está conversación, la magia que tienen las palabras y lo denso que se vuelve el papel al escribir en el, es algo que no se compara con el poder de la voz, donde el viento es el único registro donde queda cada palabra. Imaginar cada letra mientras la lees no es lo mismo que mientras la escuchas, piénsalo". Ya eran las 10:00 p.m. y por supuesto, la librería debía cerrar, Miguel Ángel dejó el libro pagó como un detalle para Maya, mientras ella confundida leía el mensaje alejándose cada vez más del lugar y de aquel personaje de los mensajes entre libros.



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