Just Breathe

Eran las 10 de la noche y sí que era una noche hermosa, con un cielo despejado, la ciudad sola, un viento majestuoso y una vista de la ciudad como un recuento de pequeñas luces que adornaban las calles. Nunca me detenía en los puentes peatonales ¿para qué? Era muy peligroso, aunque en realidad amaba la vista desde ahí, quizás por eso siempre amé mi apartamento en el piso 17 con balcón para ver Bogotá de noche y deleitarme por un rato, esa era mi actividad favorita, en verdad es una ciudad muy hermosa.

Ah y para que no sientas que estás hablando con una desconocida o la loca de los puentes, mi nombre por ahora lo dejaré en Silvia. Tenía un cigarrillo en la mano, el de siempre, negro y en mi mano izquierda, acababa de tomar una cerveza con mi mejor amigo, una cerveza que como siempre, me terminé primero que él. No podía respirar bien desde que nos encontramos aquella noche, sentía una presión en mi pecho, quizás por eso necesitaba tanto de una cerveza. Hablamos un rato de cómo el tiempo pasa, todos cambiamos y en ocasiones odiamos en lo que nos hemos convertido y lo peor, nos convertimos en algo que ya no podemos cambiar porque con la edad también llega la terquedad y la testarudez.

Me senté un rato en aquel puente, al fin y al cabo no había nadie y poder ver desde allí toda la ciudad me llamaba a quedarme un rato, tenía algo de Pearl Jam, a todo volumen por supuesto, algo triste, quizás ese fue mi primer error. No escuches Just Breathe si sufres de depresión, sentada en un puente después de haber tomado una cerveza, no es una buena idea. Igual no tenía nada planeado además de pensar de sobremanera sobre todos los errores de mi pasado y todo lo que podía haber hecho mejor durante mis 28 años de vida.Es cierto que el tiempo te ayuda a olvidar, pero la culpa jamás se va y es cierto, una mujer nunca olvida por completo, tenemos esa maldición o bendición como quiera que la llamen. En fin, a mi edad para cualquiera mi vida ya estaba arreglada, un novio maravilloso por el cual apenas si sentía algo, un apartamento propio en el cual prácticamente solo iba a dormir y unos padres maravillosos a los cuales ya no tenía ni tiempo de visitarlos. Amigos menos, mi novio maravilloso era muy celoso, así que para evitar peleas solo me alejé de lo que los podía causar. Mi trabajo era perfecto, odiaba con una gran sonrisa a mi jefe y los clientes a los que les diseñaba sus casas siempre querían algo más perfecto.

La presión en mi pecho cada vez crecía un poco más, no sé si eran ganas de llorar, unas estúpidas ganas de dejar las cosas así ¿qué te queda después de que tes das cuenta de que ya no hay ganas de más? Y no, no tenía ganas de más, si la vida se tenía que resumir a estudio, carrera, familia perfecta, propiedades y herencia y dejar la posibilidad de realmente vivir, pues prefería simplemente no vivir. Ya entiendo porque mi psicólogo me prohibió suspender mis medicamentos, al parecer esto de la depresión sí era cosa seria, oh bueno mis papás así lo afirmaron desde mi primer intento de suicidio a los 12 años.

En fin, quizás era el niño que llevaba en mi vientre lo que me hizo salir de control, yo no quería ese niño, era un puto error. Nadie sabía de ese diminuto detalle, solo yo Silvia, yo tenía que correr con toda esta confusión. Me quedé observando por un rato las estrellas, ya estaba a punto de terminar el cigarrillo y la canción, hacía frío, pero igual ¿qué podía esperar? Estaba en medio de la noche con luna llena sentada en un puente. La sensación de presión se hacía más fuerte, ya no solo en mi pecho sino en todo mi cuerpo, toqué mi vientre por última vez y sentada en aquel puente me di cuenta de cual era la solución, así que tan solo me dejé llevar por el viento… hacia el vacío. 


Meet you on the other side.





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